martes, 15 de mayo de 2012

El héroe caído



El héroe caído





Me gustaría ser un héroe, de esos a los que les brilla el espíritu mucho más que la armadura; de esos hombres y mujeres rectos que un día levantaron su puño o lo bajaron por alguien que no eran ellos mismos; de aquellos a los que la palabra «honor» les suena a algo más que a viejo y a recuerdo;  esos que conocen el odio, la ira, la pena, la desolación, esos,  que lo han vivido y han pasado por encima de ellos; aquellos cuyas vidas rige el amor, pero no la pasión: la nobleza es su estandarte, la lealtad su aliada, la compasión su mayor fuerza; aquellos que saben que tan sólo la sinceridad vive para siempre, que las mentiras tienen un horrible final. Sólo ellos  tienen el coraje de vivir su vida sin perjudicar a los demás, de vivir su vida para consagrarla a aquello que aman y dedicarse en cuerpo y alma.
Si fuera algún día un héroe conocería a hermosas princesas que me robarían el corazón, con las que compartiría el más dulce y noble romance pero que nunca llegaría a término porque toda princesa tiene su príncipe, y un héroe no es noble, no al menos en ese sentido. Las princesas serían seguramente su vida, ellas lo amarían quizás, pero él las ama seguro. Las añora a menudo, clama y aúlla a las estrellas por ellas pero suele hacerlo en soledad, pues a un héroe no le gusta cargar nunca o casi nunca con sus penas a los demás. El héroe consagra su vida a las princesas sólo por simple amor y, aunque quizás sea algo incoherente, un héroe no se guía por eso, y eso mismo hace que sea lo que yo un día quiero llegar a ser.
El héroe se encontrará también con numerosos peligros. Quizás se enfrente a numerosos ejércitos de trasgos, trolls y orcos que le hagan tambalearse, pero la ventaja de ser un héroe es que sabes que no morirás hasta que el destino lo decida. Así que, sin duda, lo superará sin problemas. Los héroes también cazan dragones: los rojos son los más terribles. Alguna vez algún sabio se ha preguntado por qué un dragón escupe fuego de tal manera:
–«[Voz de viejo sabio] ¿Por qué… Un dragón… En especial los rojos… Quema un poblado entero?
Otro sabio le respondió:
–[Voz de otro viejo sabio] Por el azufre… Por su gran tamaño… Por que vuela… Para alimentarse…
Esta respuesta no pareció convencer a ninguno de los dos sabios del todo y preguntaron a un bobo que pasaba por la calle que, sin pensarlo, dio con la respuesta que lo aclaraba todo:
–[Voz de bobo] Lo hace porque puede. Yo no puedo.
Un héroe debe enfrentarse a aquellos que hacen el mal, sean trolls, trasgos, hadas, humanos o dragones rojos o grises.
A veces, un héroe se enfrenta a la honda pena de que sus hazañas no sean reconocidas. Otras veces, incluso peor: sean mal interpretadas y consideradas un problema o algo peor. Un héroe en ese caso sería capaz de superar lo que le rodea y enfrentarse a ello de modo noble (no me refiero a noble de linaje), es decir, rehacerlas y tratar de arreglar el problema o excusándose y siendo de la mejor ayuda posible, sintiendo un hondo arrepentimiento que consuela con su nueva entrega y sapiencia de que todo lo realizado era recto, justo y honrado. Esa seguridad, esa firmeza, esa constancia y entrega, eso,  hace que yo quiera ser un héroe.
El camino de un héroe es solitario, pues no suelen contar con muchos amigos. Quizás durante un corto periodo sí, ya  que son afables y generosos, pero los amigos duraderos en sus casos son escasos. El tiempo pasa, ellos se mueven mucho, lo necesitan para ver que todo está bien y pueden ayudar a ello, pero el tiempo y el espacio distancia a la gente, y poco a poco se van quedando más solos. No es raro aquel caballero que, tras guerras, tras salvar castillos y poblados, no ha tenido ya familia, amigos o un hogar al que volver. Es triste, pero un héroe lo sabe desde el día que decide serlo y eso le engrandece aún más. Un héroe es orgulloso y eso le hace fuerte, pero nunca prepotente o engreído. Este orgullo le hace seguir su camino por muy solo que se halle, por muy arduo o tonto que sea, por muy largo o por muy oscuro que esté. Quizás l sean demasiado testarudos, pero eso les hace decididos. El camino de todo héroe tiene un final, un amargo final, y ellos lo saben. Cuando uno se hace héroe, se lo explican y firma un contrato, y un día, el destino la muerte y la gloria vienen a cobrarlo. El héroe ese día saca sus mejores galas, las rasga durante la batalla para mostrar los años que han pasado por sus manos, canas y músculos. El héroe ese día también escoge sus mejores palabras y su mejor pose, a la vez que a su más odiado adversario para hacerlo todo más pomposo. Aunque existen héroes más recatados, este es el modelo básico.
Por último un héroe obtiene su recompensa, más allá de la vida y de la muerte, obtiene su recuerdo, obtiene una huella que marca y se queda para siempre en la memoria de todos aquellos que quieren escuchar su leyenda, como yo. Yo quiero ser como él y tener una leyenda como la suya: la leyenda de un héroe caído.

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