Cuento de la nación nómada
relatos teatralizados de Beodo, el Profeta
Nieto: Pero abuelo, ¡estoy cansadísimo!
La-Unua: Y sin embargo, sabes que no podemos parar, ¿no?
Nieto: Bueno...
La-Unua: ¿Lo sabes?
Nieto: No mucho. No atendí demasiado a padre.
La-Unua: Tu padre puede ser un poco agotador.
Nieto: Y entonces, ¿Por qué no podemos parar?
La-Unua
mira a su Nieto mientras lentamente caminan por una infinita e imaginaria ruta
alrededor del mundo. Tras un largo vistazo carraspea.
La-Unua: Porque los antiguos, los...Humanos...Nuestros
antepasados, nunca supieron cuando debían parar.
Nieto: ¿¡Y por eso nosotros no paramos nunca?!
La-Unua
ríe a la par que tose a punto casi de romper su anciano cuerpo.
Nieto: ¡No te rías abuelo! ¡Eso es una tontería!
La-Unua
casi detiene su paso mirando con seriedad
a su nieto.
La-Unua: ¿Tontería? ¡¿Cómo te atreves a hablar así a tu abuelo
y mayor en la tribu?
Nieto:
(Dándose cuenta del error) ¡Lo
siento!
La-Unua: ¿Qué ocurriría si me detuviese para darte tu
merecido y me anclase en el mismo lugar de hace ya unos segundos?
Nieto: Perdón abuelo.
La-Unua: (Riendo) Afortunadamente
para ti no puedo pararme, debo seguir...¡Debemos seguir!
Nieto: ¿Pero entonces..?
La-Unua: Como ya te he dicho, los hombres nunca supieron cuando
debían parar, ni cuando no debían parar. Cuando lograban algo nimio se estancaban
siglos, pasó con eso llamado religión, y con mucho más. Y sin embargo cuando
lograban algo importante, lo pasaban por alto. Sin embargo fue su incapacidad
de parar lo que siempre les costó más cara.
Nieto: (Con
incredulidad) ¿Y por eso nosotros no paramos?
La-Unua: Exactamente.
Nieto: (Derrotado) No
lo entiendo.
La-Unua: ¿Acaso tu sabrías decirme cuando debo seguir o
parar? o tú, ¿sabrías siempre cuando debes parar o seguir?
Nieto
guarda silencio y piensa.
La-Unua: Difícilmente creo que lo supieses. Si así fuera, mi
nieto sería aún más sabio de lo que ya es, y no es así. Eres listo, pero nadie
sabe cuándo es hora de seguir caminando
con exactitud. Y caminar por caminar conduce a lo que condujo a los humanos...
Nieto: Creo que lo entiendo.
La-Unua
mira expectante a su nieto.
Nieto: Caminamos sin parar jamás para no ser como los
humanos.
La-Unua: ¿Acaso querrías ser como ellos? Destruir lo que
amas y te da la vida por una simple hambre de más, por no saber parar.
Nieto: No. Pero...
La-Unua: ¿Pero..?
Nieto: ¿Por qué no detenernos?
La-Unua: (Sorprendido)
¿Detenernos?
Nieto: Sí.
La-Unua: (Con
melancolía) Porque desgraciadamente, tampoco podemos ser árboles.
Nieto: ¿Árboles? ¿Qué es eso?
La-Unua: ¿Acaso tú podrías detenerte?
Nieto: ¡Claro que sí!
Nieto
está a punto de pararse pero La-Unua lo agarra del brazo y lo hace moverse.
La-Unua: ¡No te detengas!
Nieto: (Enfadado)
¿Por qué no? ¡Me haces daño abuelo!
La-Unua: ¡No entiendes lo que haces!
La-Unua
suelta a su nieto y caminan muy despacio juntos.
La-Unua: Se que sabrías detenerte, sin duda. Pero, ¿acaso
sabrías cuando es el momento de seguir? Y si lo supieses esta vez, ¿lo sabrías
también la próxima vez que te detuvieses? ¡Porque habría otra seguro! Y entonces,
si parases y siguieses cuando decidieses, cuando quisieses, ¿en qué te
diferenciarías de los humanos?
Nieto
mira con miedo y traga saliva.
La-Unua: Te quedarías en un lugar, algún día, te quedarías
con un lugar. Y sería tu lugar. Y más adelante solo tuyo y de nadie más. Para
siempre, hasta que deseases otro lugar en el que quedarte y hacerlo tuyo...Pero
nada es tuyo, ni lo fue de los humanos.
Nieto: Creo que lo entiendo.
La-Unua: Más te vale, porque ni vas a parar, ni te voy a
dejar que lo hagas...¡No seremos como los humanos! No pararemos hoy, no pararemos mañana y no pararemos
nunca de andar porque, nieto mío, esa es
la mejor manera de saber cuándo parar; Nunca.
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