DRAGÓN
Es el momento,
como el hálito de un dragón humea antes del fuego,
las brasas ya fueron servidas.
El llanto se depositó sobre los suelos grises,
ya fui plañidera y paño,
ya fui sufridor y sufrimiento.
Pues soy un dragón aunque mis alas se quiebren.
Es tiempo,
tiempo de vientos del cambio,
de muros derrumbados,
es tiempo de cambio.
De encontrar nuevos sabores en nuevas palabras,
dejar de masticar recuerdos y heridas abiertas,
buscar un nuevo regusto en ¡Dios sabe que!.
Encontrar entre las muelas un acorde solitario de
guitarra,
o dos,
o una canción entera,
y cantarla,
y contarla,
como el bardo arrítmico que soy.
Es la hora de buscar, en lugar de dejarme caer.
De volar cuando ya me estampé contra el suelo.
Pues soy un dragón, aunque solo mi ánimo lo sea.
Es el momento de tañer campanas de luz,
de buscar estímulos cuando el yermo gris ha quedado
atrás.
Porque ya crucé la nada,
y es el momento,
porque ya anduve sobre el Fin y encontré un
principio.
Es tiempo de que las lágrimas se marchen y los ojos
brillen,
resplandezcan como solo la determinación es capaz de
encenderlos,
y alumbrar el camino,
y olvidar los faros y confiar en mis pasos,
de saltar al vacío con la certeza de que tengo alas
más que suficientes para cruzarlo.
Es la hora de cruzar mis cielos tras arrasar mis
infiernos.
Y dejar que las llamas negras que me consumieron se
marchen,
pues soy un dragón aunque me redujese a cenizas.
Es el momento,
la hora,
es tiempo,
de recordar que puedo ser lo que quiera ser,
y seré ceniza y gris,
y seré faro y llama,
y volaré,
y seré dragón.
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