Nunca estaremos solos
Plomo en el cielo para recibir mañanas grises.
¡Qué largo es el camino hacia la soledad!
Y al fondo, tras pasar los edificios, justo enfrente
de la playa,
al lado contrario de donde vivimos...
Cerca de donde me criaste y bese a la vida.
Más allá del plomo del cielo.
Más allá del rumor del mar.
¿Qué importa? ¿Qué más da?
Si ayer,
mañana y hoy,
al bajar a la calle,
mil manos amigas cogieron mis brazos para no caer.
¿Qué más da?
Si allí donde los sueños se mezclan con el fin,
también lo hace el cielo con el mar,
y el plomo con las nubes.
Nunca se caminó en soledad,
pues sólo solo,
cae el poeta al hoyo.
Sólo solo se está cuando se deja de andar.
Dame la mano amigo perdido,
dame la mano hermano.
Dame los brazos compañera,
déjame ayudarte amor.
Pues no estás solo,
ni solo estoy yo.
Y en lo gris de la cima del fondo del mundo,
en lo negro del hoyo,
antes de caer,
antes de dejar de ser.
Como estuvieron tus manos en las mías,
mis brazos estarán para ti.
Pues no estás solo,
ni lo estarás,
hasta que detengas para siempre tu andar.
Plomo en el cielo para recibir mañanas grises,
y,
en silencio,
cada mañana,
mil manos de amor para ayudarte a volar.
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