La tumba del mago
¡Vaya!
¡Ya están orinando los niños en la palmera!
Sobre la tierra que cubre al mago,
en el parque en el que lanzó su conjuro,
donde el tiempo corría con chanclas y,
mientras se tropezaba torpe,
clavaba sus segundos,
minutos y horas,
en lugares equivocados.
Parándose,
quebrando su paso,
confuso,
como si no fuera Tiempo,
preparado,
para el truco del hechicero.
¡Lástima!
Nadie puso epitafio en el reposo del hacedor de
trucos,
ni volaron palomas en su caída,
de hecho llovió.
Poco,
pero llovió.
La tumba vive en un parque,
donde niños juegan,
donde los colores reinan,
donde castillos de madera vigilan,
junto a
columpios,
como intempestivas bestias,
atesorando las horas de descanso del brujo,
como guardianes,
oteando los juegos,
las risas, la lluvia y la orina.
Con el tiempo quieto,
aguardando un último truco,
a modo de bis.
¡Es una pena!
Pero ya no hay trucos sin el mago,
ya no hay mago sin la magia,
ya no hay tumba ni epitafio.
Donde se crean alegrías a veces se entierran penas,
y bajo juegos descansan jugadores,
pues donde hubo mago, ahora hay parque,
y un día habrá bloque, ruina,
nada.
Siiiii... el mago... tu mago... tú
ResponderEliminarNosotros, magos nosotros!!! Un abrazo Rubenicus!
ResponderEliminarDonde se crean alegrías.. a veces se entierran penas.
ResponderEliminar..Eres demasíao grande. Demasiao. Te quiero primo, un abrazo.
Para que nazca un árbol hermoso crezca, deben morir muchas cosas a los pies de sus raíces. Yo también te quiero prima! Un beso gigante. Gracias
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