miércoles, 24 de julio de 2013

DRAGÓN





DRAGÓN



Es el momento,
como el hálito de un dragón humea antes del fuego,
las brasas ya fueron servidas.
El llanto se depositó sobre los suelos grises,
ya fui plañidera y paño,
ya fui sufridor y sufrimiento.
Pues soy un dragón aunque mis alas se quiebren.
Es tiempo,
tiempo de vientos del cambio,
de muros derrumbados,
es tiempo de cambio.
De encontrar nuevos sabores en nuevas palabras,
dejar de masticar recuerdos y heridas abiertas,
buscar un nuevo regusto en ¡Dios sabe que!.
Encontrar entre las muelas un acorde solitario de guitarra,
o dos,
o una canción entera,
y cantarla,
y contarla,
como el bardo arrítmico que soy.
Es la hora de buscar, en lugar de dejarme caer.
De volar cuando ya me estampé contra el suelo.
Pues soy un dragón, aunque solo mi ánimo lo sea.
Es el momento de tañer campanas de luz,
de buscar estímulos cuando el yermo gris ha quedado atrás.
Porque ya crucé la nada,
y es el momento,
porque ya anduve sobre el Fin y encontré un principio.
Es tiempo de que las lágrimas se marchen y los ojos brillen,
resplandezcan como solo la determinación es capaz de encenderlos,
y alumbrar el camino,
y olvidar los faros y confiar en mis pasos,
de saltar al vacío con la certeza de que tengo alas más que suficientes para cruzarlo.
Es la hora de cruzar mis cielos tras arrasar mis infiernos.
Y dejar que las llamas negras que me consumieron se marchen,
pues soy un dragón aunque me redujese a cenizas.
Es el momento,
la hora,
es tiempo,
de recordar que puedo ser lo que quiera ser,
y seré ceniza y gris,
y seré faro y llama,
y volaré,
y seré dragón.


miércoles, 3 de julio de 2013

Nuevas palabras




Nuevas palabras


Un gemido lejano,
de llanto y crematorio,
de lápidas diáfanas,
un lamento que se encarama.
Que agarra los ribetes de mis arterias,
como un infarto,
como un cerrojo en el alma.
El silencio vuelve a ser la dama del tablero,
mientras que el rey tiembla pasito a pasito.
Rasgan torpes cuchillos las páginas vacías de mi escritorio,
y, tras las heridas abiertas en el papel, brotan fuentes de secas palabras.
No queda nada tras lo ya dicho,
solo recuerdos en forma de sentencias.
Ahora toca escuchar al pájaro en el yermo,
buscar la alondra en el apocalipsis,
la flor del desierto,
la Atlántida en forma de nuevos conjuros.
La calma tras la tormenta,
la sequía tras la lluvia,
y llegar de nuevo a lo que no se hizo,
para hacerlo.
Volver a empezar tras acabar,
porque lo que está hecho da paso a lo que queda por hacer,
y nuevos pasos, y nuevas caídas,
y nuevo vacío y silencio que llenar con ecos de fuego.
Con ecos de dolor y risas.
Rellenar edificios de sentimientos,
edificar cimientos en ideas,
y dejarlas crecer como una semilla,
esperando que,
al germinar,
brote el Árbol de la Vida.
Buscando el paraíso por medio de recorrer infiernos.
Crear a modo de dios beodo un nuevo mensaje,
un himno que rellene el vacío que sigue a la creación.
Y en algún momento del camino saber que todo lo que llene el vacío,
algún día terminará,
pues todo lo que acaba,
en cierta medida,
solo vuelve a empezar.