Poeta de Guardia
Cuando crecen en mí las ganas de escribir
poesía, me temo.
Temo el sabor metálico en el paladar.
Temo el vacío que acompaña a mis recuerdos.
Temo,
profundamente, el silencio de mi memoria.
Y me
atemoriza porque, en el dolor que me produce escribir,
en la
desazón que me produce sentir lo que vierto en líneas,
en esa
desesperanza de soledades y penas,
encuentro
un supremo placer.
Pues, en
el dolor masoquista de mi poesía se encuentran mis verdades.
Y, en
cada una de esas grises verdades,
en cada
uno de esos silenciosos y tristes debates, me encuentro.
Y cuando
me encuentro; solo, gris, triste, destemplado y huraño...Soy.
Me añoro
escribiendo a altas horas de la noche pero, cuando me encuentro así, más solo
me siento, y más completo.
Soy lo
que escondo entre renglones dolorosos nacidos de madrugada.
Soy lo
que callo y lo que escribo,
soy lo
que temo,
soy lo
que no quiero ser.
Pues soy
cobarde de boquilla,
y
guerrero de corazón.
Valiente
de día,
y poeta
de noche.